domingo, 22 de agosto de 2010

Mariposas y Aprendizaje Social

Para gran sorpresa mía, leyendo un artículo de Punset esta mañana, he visto que no soy la única que metaforiza el aprendizaje social con la metamorfosis de las mariposas. 


Especialmente me ha llamado la atención el último párrafo. Yo también apoyo la idea del desaprendizaje. En una ponencia que hice con un compañero de la facultad en las clases de Didáctica General de primero de carrera, comentamos la dificultad más esencial del trabajo del educador social: conseguir que las personas desaprendan lo aprendido para aprender lo correcto. Parece un trabalenguas, pero es fácil de entender. Nosotros pusimos un ejemplo sencillo que encontramos en un libro recomendado por la profesora: El educador social enseña a desaprender conductas muy interiorizadas por el individuo, como cuando alguien escribe a máquina con un sólo dedo y hay que enseñarle a utilizar todos los dedos de la mano.

 Aprendemos conductas y formas de ver el mundo a través de nuestros familiares, amigos y entorno más cercano, pero no siempre son los apropiados. La mayoría de la gente, entre los que me incluyo, no estamos  preparados para enfrentarnos de forma correcta a temas que nos van a acompañar durante nuestras vidas, como es el cambio de la adolescencia, el disfrute del ocio y del tiempo libre, la sexualidad, el amor, la comunicación, la influencia social, el autocontrol, la crianza de los hijos, la vejez, etc., e incluso, la misma muerte. Y lo peor de todo es que la mayoría se creen expertos en varios de estos temas.


Relacionado con el artículo, también añadir aquí que mi primera memoria de prácticas de Educación Social consistió en un diario-cuento llamado El Aleteo de la Mariposa, donde comparé mi primera experiencia como educadora social con la evolución de estos enigmáticos seres: desde Cuando era un Gusano Asustado hasta El Vuelo Profesional, pasando por La Casa de SedaMis Primeros Aleteos y El Perfeccionamiento de Vuelo. Encuaderné el trabajo de forma manual dentro de una gran mariposa de cartón, forrada con un abstracto colage, de forma que, al leerla, tienes que sujetar unas grandes alas de mariposa en las manos. La hice con mucho amor, como debería hacerse todo en esta vida.

La calificación fue la máxima que te pueden ofrecer en la Universidad, y, aunque contenta por haber logrado doce créditos gratis para el próximo curso, lo que más me emociona es que quien la leyó supo apreciar el mensaje que contenía. No tengo fotos para mostrárosla, pero este curso me la devolverán, quizá algún día podáis verla.

Dejo aquí la presentación de la página de Punset, son una maravilla de imágenes, con la música de la BSO de El Piano, de Michael Nyman.













Pese a sus movimientos casi bidimensionales, las orugas acaban adaptándose por completo a la tercera dimensión espacial tras un proceso de metamorfosis que les da alas, que las convierte en mariposa 


2 comentarios:

  1. Como bien dices, en la mayoría de las ocasiones, no estamos preparados para enfrentarnos a la vida, a los cambios. Casi siempre aprendemos -el que aprende, claro-, a base de batacazos. Ensayo error. Es lo que te hace cambiar la perspectiva que tenías del mundo y que hasta entonces me parecía intocable. Buena metáfora la de las mariposas, por otra parte tan cercana a ti.

    ResponderEliminar
  2. Sí, el potencial humano está infravalorado socialmente hablando. Nos hacen creer en la competitividad y ser los mejores en algo en concreto, sobresalir en algo, lograr sentirte único e irrepetible en una parcela de tu vida, etc., cuando la verdadera rentabilidad humana es el trabajo cooperativo y saber aunque sea un poco de todo lo que vas encontrando en tu camino. Eso es lo que favorece la adaptación al intrépido cambio de la realidad en la que vivimos.

    ResponderEliminar