martes, 26 de octubre de 2010

Del amor de los árboles...


El domingo por la tarde conocimos otro rinconcito agradable no muy lejos de Salamanca: El Castañar de El Tiemblo



Aquí, los verraquillos y la petardilla de turno, pasamos un fantástico día almorzando en el campo y paseando por un precioso bosque de castaños tintado de ocres y amarillos increíbles sobre verdes espectaculares. Así lo decía mi última frase antes de regresar: "tengo otro color favorito, el amarillo de los castaños otoñales de El Tiemblo...". 



Entre estos altos y fructuosos castaños, sobrevive como puede El Abuelo, un castaño que ya cuenta con más de 500 años a su espalda; bueno, a su tronco, jeje... En fin, digo sobrevive porque, al pobre, poco le debe de quedar ya: está hueco por dentro y algo chamuscado, víctima de un incendio, supongo, pero aún así impresiona adentrarse en ese refugio natural que a tantos habrá dado cobijo en el pasado. A pesar de su delicado estado de salud, sus hijos le rodean y protegen arropándole. Por lo que he leído, está entre los cinco árboles más longevos de toda España, siendo a su vez el más longevo de Castilla y León.


A los pies de El Abuelo, no pude evitar recordar a otro viejo amigo que tuve el placer de conocer en Oaxaca (México) durante el verano del año pasado: EL Árbol del Tule. Se trata de un ahuehuete o sabino que tiene el diámetro de tronco más grande del mundo, con un perímetro de 42 metros. Afirman que para abarcar su tronco son necesarias alrededor de 30 personas con las manos entrelazadas y se estima que tiene más de 2000 años. Por si alguien se anima alguna vez a visitarle, que sepa que este gigante se encuentra en Santa María del Tule, a sólo 13 km de Oaxaca por la carretera de Mitla, segunda zona arqueológica oaxaqueña de mayor interés después de  Monte Albán.





¡Cuánta sabiduría tienen los árboles! Nos enseñan tanto y  les prestamos tan poca atención... Habría que sentarse más a menudo a sentir su grandeza y su protección, su experiencia y su bondad, su energía viva, su actitud positiva, su amor inteligente y desinteresado...

Una vez leí en un libro un capítulo dedicado a la sabiduría de los árboles en lo que respecta al amor. A mí me maravilló y nunca me canso de leerlo. Por el momento, nada ni nadie me ha hecho cambiar de parecer a la hora de describir un amor bello y sano en todo su esplendor. De ahí que si alguien me pide consejo o sencillamente me apetece darlo, le ofrezco el relato en cuestión. Aquí os lo dejo, intercalado con alguna foto más, para que aprendáis a amar, aunque sea un poquito, como lo hacen los árboles... 

"Ved que vuestro amor no sea como el del muérdago hacia el roble, que hunde las raíces en su tronco para chupar su savia y su fuerza. Que no sea como el de la aliaga con el retoño de pino, que crece y lo envuelve hasta asfixiarlo entre sus espinas".

"Buscad, más bien, que vuestro amor sea como el de los árboles. Cada uno abrazando la tierra con sus propias raíces, elevándose al sol de la mañana con los brazos extendidos al cielo, dando gracias por cada nuevo amanecer".



"Y llevad cuidado en asentar vuestras raíces a suficiente distancia, no sea que la fuerza de las ramas de uno haga huir a las ramas del otro, torciendo su tronco e impidiéndole buscar las nubes".

"Velad, pues, por mantener en cada momento la distancia justa, para que la tierra humedezca sobradamente vuestras raíces y el viento pueda limpiar de hojas secas vuestras ramas, para que podáis hacer una copa amplia y robusta que dé sombra al caminante y nido a los pájaros del cielo".



"Y así, cuando crezcáis y hayáis esparcido vuestras semillas al viento, las puntas de vuestras ramas se tocarán en las alturas, para que bailéis con regocijo al son de la Danza de la Vida".





lunes, 18 de octubre de 2010

¡Como reinas en Berlín!

Bueno, gente, llegó el momento de recopilar las sensaciones de mi último viaje:

East Side Gallery


Mi acompañante en esta aventura fue Pilar. Ella suele hacer intercambio de casa con personas del extranjero, y me propuso en agosto una de estas tres ciudades: Berlín, Praga o Amsterdam. Quedamos en que la primera en la que saliera un dulce hogar sería la elegida.



Fue un regalo llovido del cielo, pues pensar en un verano sin vacaciones me estaba matando. El que no se lo crea que se dirija a la segunda entrada de este blog. Realmente me preocupaba comenzar el curso sin un poquito de desconexión y descanso físico y mental en el salto del trabajo al estudio, aunque también he de afirmar que finalmente el verano no ha sido ningún desperdicio, a pesar de haber estado currando hasta el 3 de octubre. También es verdad que el hecho de que Pilar me propusiera un viaje juntas al extranjero me dio alicientes para trabajar más animada: finalmente sí me esperaban unas peque-vacaciones.

Primer problema: no apareció nadie interesado en el intercambio vía internet. La fecha se acercaba y no había destino. Pero a sólo un par de semanas de nuestra partida... ¡premio! Una amiga de Pilar nos apalabra un intercambio con una amiga suya que vive en Berlín. Accedemos encantadas y Pilar comienza a buscar billetes. Salen un poco caros, pero en fin, tenemos alojamiento gratuito y eso compensa bastante el costo del billete.

En Berlín nos esperaba Claudia Lahmann, una maravillosa anfitriona. Como podéis ver en su web, es cantante y le apasiona sobre todo la música y los estilos de la primera mitad del siglo XX. También es profesora de canto, y vive con su pareja, Matías, en un bonito piso del lado este de Berlín. Ambos fueron a recogernos al aeropuerto y nos llevaron directas al centro donde, tras visitar la Puerta de Brandenburgo, nos invitaron a cenar en el Sony Center, junto a la Plaza de Potsdamer. Sin duda lo mejor del viaje ha sido conocer a estas dos agradables y desinteresadas personas que nos han acogido en su casa y han estado pendientes de nosotras en todo momento. ¡Mil gracias, chicos!

Vistas de la casa de Claudia
La casa me encantó. Grandes espacios, altos techos y enormes ventanas y puertas que proporcionaban amplitud y luminosidad, al mismo tiempo que te hacían sentir como un liliputiense (de verdad que era todo para gigantes, sobre todo el baño, allí volvías a recordar lo que era mirarse al espejo o colgar la toalla cuando tenías 6 años). Nuestra habitación estaba encima de la cocina. En el centro de ésta, una escalera de caracol ascendía a la planta superior donde se encontraba el estudio de Claudia, en la buhardilla del edificio. Esa fue nuestra encantadora habitación.



El lunes afortunadamente Claudia no trabajaba y pudimos disfrutar de ella y con ella todo el día. Pasamos la mañana visitando el centro y a media mañana tomamos un riquísimo chocolate en Fassbender & Rausch, un auténtico museo del chocolate. En la planta baja puedes encontrar todo tipo de chocolate en todas sus formas y texturas, y los escaparates y expositores están adornados con esculturas de chocolate de monumentos, estatuas y lugares emblemáticos de la ciudad. Ya en la segunda planta hay una cafetería, con vistas a la plaza del Teatro de Ópera de Berlín, en la que puedes tomar un chocolate al gusto acompañado de un pastelito delicioso. Mmmm... Si cierro los ojos todavía siento el aroma del interior de ese bonito edificio... ¡Incluso el baño olía a chocolate!

Monumento a los judíos víctimas del holocausto



De allí nos fuimos a la Catedral, o Berliner Dom, como quieran llamarla, y subimos a disfrutar de las vistas que ofrece la cúpula, las cuales fueron las únicas desde lo alto junto con las del despegue del avión de vuelta, porque al final nos quedamos sin subir a la cúpula del Reichstag y a la Torre de Televisión debido a las extensas colas de turistas.

¡Las tres petardillas del día!

Orientándome con Claudia

La tarde del lunes la pasamos en Potsdam (donde se celebró la famosa Conferencia en que se decidió el futuro de Alemania tras la II Guerra Mundial), a 24 km de Berlín, junto al río Havel. Un pueblo precioso rodeado de unos 20 lagos y donde se encuentra un complejo de palacios y jardines del siglo XVIII. Visita obligada con bicicleta cuando regrese a Berlín en el futuro, os lo recomiendo.


La jornada del lunes culminó con una maravillosa cena en el restaurante de Matías, una acogedora taberna que lleva abierta desde finales del XIX, donde degustamos seis maravillosos platos entre cerveza y cerveza: matahambre de entrante, una sopita de verdura y polenta, pescadito en vinagre relleno de pepinillo, ensalada de tomate y queso de cabra, carne con reducción de vino dulce y patatas panadera y creppe con grosella y helado de vainilla. Lo que yo digo... ¡como reinas en Berlín!

El martes pasamos la mayor parte del día en el distrito de Friedrichshain-Kreuzberg. Comenzamos por la parte sur visitando un mercado de una zona donde hay mucha diversidad cultural, a la orilla del río Spree, en el que había literalmente de todo: ropa, pescadería, panadería, carnicería, frutería... hasta una ferretería. De allí nos dirigimos hacia el puente de Oberbaumbrücke a lo largo de la calle Oranienstrabe, con cantidad de tiendas y restaurantes bastante variopintos.

Puente de Oberbaumbrücke, antiguo paso fronterizo peatonal sobre el río Spree

Al pasar el puente comienza la East Side Gallery, segmento de 1'3 km del muro que fue pintado por artistas de 21 países en 1990, convirtiéndolo en la mayor galería al aire libre del mundo. Ahí van algunas fotos...









Y no dio tiempo a mucho más: visita al Check Point Charlie, paseíto por el centro, un kebab en Alexander Platz y para casa, que tocaba madrugón para regresar a España.

Para terminar, sólo decir que para mí ha sido un lujo ser testigo directo de una ciudad que ha vivido acontecimientos tan bestiales como el holocausto, la II Guerra Mundial o el levantamiento del muro, y que lo que más me ha gustado, a parte del uso masivo de bicicletas, es que es una población muy libre, y eso es símbolo de gente civilizada y de una buena educación. Lo digo porque no hemos visto ni a un sólo madero en tres días, ni seguratas en centros comerciales, monumentos o transporte público. De hecho si hubiésemos querido podríamos haber usado el transporte público gratis. Por lo que se ve, la gente está concienciada de mantener lo público, pues Claudia nos dijo que sólo a veces hay control de tickets, y que si te pillan la multa tampoco es excesiva (40 euros).

Lo que sí hemos visto es gente bebiendo birra donde le apetecía, y algo curioso, en frente del Parlamento puedes jugar al fútbol, tirarte al sol, beber unas cerves con los colegas, jugar con el perro, etc. Creo que eso ocurre en muy pocos sitios. Generalmente hay que tomar "medidas antiterroristas" en esos lugares y como mucho puedes pasear por la acera. Todo esto nos ha llevado en varias ocasiones a debatir sobre educación vs control policial, y realmente te hace pensar que como sigamos en este plan en España, al final nos multan por asomar la cabeza por la ventana.

Otra cosa curiosa, tampoco hay rotondas. Cuando vienen a España fijo que se marean en el coche. Tampoco hay cortinas, "eso es de pueblerinos", dijo Claudia.

Y nada más, majos, me despido con otro trabajillo que he presentado esta mañana sobre el ocio y el tiempo libre en la Antigua Roma. Un besete a todos!!

jueves, 7 de octubre de 2010

Edu... ¿qué? ¡EDUCACIÓN SOCIAL!

"-Aaaah... Eso es como trabajo social.
-No, no, es diferente, también trabajamos para ayudar a personas pero desde el punto de vista educativo.
-¿Ein?
-Vamos a ver, en el campo de lo social desempeñan su función equipos de psicólogos, trabajadores sociales, terapeutas, sociólogos, pedagogos, etc, que unen sus esfuerzos para mejorar la vida de las personas. En estos equipos multidisciplinares el educador social desempeña su función educativa para mejorar la calidad de vida.
-¿Y que enseñáis?
-Pues mejora de la autoestima, habilidades sociales, prevención de riesgos, autocontrol, empatía, y un largo etcétera. En definitiva, buscamos el desarrollo integral de la persona.
-Ah, trabajáis con drogadictos y gitanos.
-Entre otros. En realidad podemos trabajar con cualquier persona."

Esta conversación la puede tener cualquier educador social, y lo peor de todo es que la mayoría de las veces la gente se queda con la misma cara de pasmado. De ahora en adelante no me meteré en estos embolados. He encontrado una única respuesta: lo que estudio es cómo educar a personas para la vida, independientemente de si tienen problemas o no, pues todos somos susceptibles a la mejora.

Dicen que este desconocimiento e invisibilidad de nuestra profesión viene principalmente por el hecho de que es una titulación joven, pero la realidad es que nuestros colegios profesionales ya están tardando en encontrar nuestra ubicación en el mercado laboral. No sé a qué viene tanta meditación cuando es evidente la necesidad de este apoyo a la sociedad. Bueno, en realidad sí lo sé. Hoy mismo lo he visto en las noticias: disminuye en un 7% el dinero destinado a la educación respecto al año pasado. Con sólo ver el estado de la educación formal, me echo las manos a la cabeza pensando en cuándo se invertirá en el campo de la educación no formal, que es la parte que me toca.

He encontrado un vídeo que explica muy bien quiénes somos, a qué nos dedicamos y qué buscamos y por qué.

Ahí va:



En verdad os digo que me apasiona lo que estudio. No sólo por la relevancia social que tiene en términos de transformar la sociedad, que ya en sí me entusiasma, sino porque estos dos años de carrera han cambiado mi vida. Por eso creo en la educación social, porque la estoy experimentando en mí misma y sé que funciona. Si miro atrás y me busco en mi primer día en la facultad, no me reconozco: me sentía insegura porque me veía mayor a mis compañeros e inferior en mis conocimientos, con una baja autovalía respecto a los estudios, de vuelta a Salamanca tras cinco años en Menorca, dejando atrás una vida, que aunque no fuese espléndida, era mi vida. En Salamanca no tenía nada ni a nadie.

Mis compañeros y mis profesores me han reeducado. Me han dado el gran regalo de redescubrirme a mí misma. He cambiado noches de cerveza por tardes de teatro y actividades de denuncia y concienciación social, he pasado de lamentarme por todo a vivir con intensidad y alegría todo lo que hago, y he pasado de autoculparme por todo, a sólo responsabilizarme de lo que realmente era un problema propio. He encontrado un sitio en Salamanca, un sitio cómodo y agradable, entre personas que aprecian la autorrealización personal y el aprendizaje continuo de una manera sana y cooperativa.

Intento no pensar que esto se acabará algún día, y que si el escenario y los actores cambian, se parezcan lo más posible a lo que tengo ahora. Pero bueno, a pesar de que el Plan Bolonia no me convence mucho por su elitismo, he de reconocer que tengo que agradecerle el hecho de que me tenga que quedar otro año más para convalidar mis estudios con el Grado.

Por último, os voy a hacer un regalo. Mis profesores en numerosas ocasiones nos mandan tareas bastante peculiares. Pues bien, tengo una asignatura llamada Educación para la Salud, donde trabajamos el bienestar personal, social y ecológico desde la prevención y la intervención educativa como formas de hacer que las personas tengan mejor calidad de vida. Es decir, abandonamos el concepto tradicional de salud definido como ausencia de enfermedad, para hablar de la salud en un sentido infinitamente más amplio. Desde lo más grande, como luchar contra la contaminación en China, hasta lo más pequeño, como dar un abrazo a alguien que lo necesita.

A lo que iba, el regalo. Pues resulta que mañana tenemos que entregar la siguiente tarea: buscar una canción que eduque para la salud y llevar la letra en Word o Power Point para que puedan leerla los compañeros a la vez que la escuchan (vamos, que mañana toca karaoke en clase, jeje), y a mí como me encanta montar vídeos, lo he preparado todo en uno. Ese es el regalo, el preestreno de mi trabajo. ¡Ale, majos, hasta otro día!