viernes, 27 de enero de 2012

¿Cómo no ser pesimista?

Fijaos lo que propone Ana Botella para las instituciones/proyectos sociales donde podrían trabajar, entre otros, los de mi especie (educadores sociales).


Lo próximo será la desaparición de mi titulación, como han hecho con la Educación Especial, y así, mis tres años de carrera (casi cuatro, con la adaptación al grado), se quedarán en un simple reto personal, pues, en aras de lo profesional, es algo que "puede hacer cualquiera", como dice la inepta Doña Aznar, quien ha estado como concejala de Medio Ambiente, probablemente asistiendo en una especie de limusina al trabajo y permitiendo la subida del transporte público sin abrir el pico. Incluso tiene las narices de decir que la sustitución de estos empleos por voluntarios es "algo que sí se puede plantear con gerentes de bibliotecas o polideportivos, pero no con las chicas de la limpieza". 

Y todo esto en la capital, que se supone que es donde hay más trabajo para mi titulación. Me veo volviendo a mis inicios: camarera de pisos o limpiadora. Permitidme que me desahogue:

"Grito inhumano"


Si no fuera porque la carrera me ha encantado y ha transformado mi existencia, podría decir tranquilamente que he tirado mi dinero y mi tiempo a la basura. Tiempo en el que podría haber ahorrado dinero en vez de sangrar a mis padres de nuevo, quienes, con su buena intención, también se frustrarán cuando vean que lo invertido en mí no cubre el objetivo de darme una vida feliz con un sueldo y un trabajo digno.

En fin..... Tendremos que aceptarlo: a los jóvenes nos quieren echar del país o hundirnos en la miseria. Y nuestros votos, insuficientes por la agonía que prevemos, y nuestras voces, tiznadas de sentidos peyorativos cuando existen, no pueden hacer nada en un país cada vez más envejecido y acomodado en el conformismo, que sigue apoyando a la corrupción y a una Iglesia privilegiada con algo tan simple como la introducción de una papeleta en una urna cada cuatro años o como marcar una casilla en la declaración de la renta.





Mientras existe este bipartidismo... ¿Cómo no ser pesimista?


miércoles, 11 de enero de 2012

Somos bípedos y estamos desnudos

Somos bípedos. 

Hemos liberado los brazos y las manos. Brazos articulados y manos que acaban en dedos abiertos, prensiles y con yemas. 

Brazos aptos para abrazar, manos capaces de coger y de acariciar de forma suave, con las yemas de los dedos, verdaderas almohadillas suaves, llenas de terminaciones nerviosas para dar y recibir mensajes afectivos y eróticos.




Estamos desnudos.

Tenemos un mapa corporal de unos dos metros cuadrados de piel, con dermis suave y cálida que nos permite el acceso al calor del otro, con millones de receptores y emisores de mensajes interpersonales afectivos y sexuales. 

Un mapa con todas las riquezas de la mejor geografía en la que no faltan valles y montañas, ríos y fuentes, playas y mares cálidos.



Tenemos un abanico de emociones que nos permiten expresar todos los sentimientos de mil formas -con el rostro, la postura, el tono muscular, la respiración, el ritmo cardiaco, los gestos y las palabras-, y una capacidad de comprensión y empatía que nos permite mantener y cultivar una intimidad emocional extremadamente rica.


Sentimos la necesidad sexual de tocar y ser tocados.

Acariciar y ser acariciados. 

Estimular y ser estimulados.

Dar curso al deseo. 

Alimentar y disfrutar de la excitación.

Abandonarnos al orgasmo. 



Una necesidad premiada con el placer y el gozo.

Necesitamos contacto e intimidad afectiva y sexual.



"Sexo y afecto en personas con discapacidad"
Félix López Sánchez