lunes, 27 de septiembre de 2010

Una más en la familia...


Por orden de aparición...

Mi Petito
(mi coche con tapacubos del Carrefour alternados)
¡Qué bien te has portado estos siete años, pequeño!
Gracias por llevarme a tantos lugares y a la hora a la que me apetecía...
Gracias por darme libertad...


Curro
Mi amigo y compi de piso
Hace seis añitos que apareció en mi vida.
Dos añitos sin ti por circunstancias de la vida. ¡Cómo te eché de menos, canijo...!
No volverá a ocurrir, te lo prometo.
Nos quedan muchas cosas por hacer...
Muchas horas de juego...
Muchos atardeceres...
Muchas excursiones...
Cimas por alcanzar...
Muchos bañitos en el río...
(o en la fuente del parque, a ti no hay lugar que se te resista)
... y muchas cañitas en terracitas!
¡Con sus tapitas, claro!


Pero el sábado llegó a casa...

La Nena
Os presento a mi nueva acompañante en la ciudad para ir a clase, teatro, danza
y todo aquel desplazamiento que me venga en gana.

¡Bienvenida y bien-hallada, chula!

miércoles, 22 de septiembre de 2010

El Techo de Cristal



El Techo de Cristal, también conocido como suelo pegajoso, está formado por todas aquellas fuerzas que hacen que la mujer permanezca inamovible en los puestos inferiores de la pirámide económica, impidiéndole alcanzar aquellas metas profesionales para las que está preparada.

Su carácter de invisibilidad viene determinado por ser un término enigmático y difícil de detectar, pero las estadísticas hablan y le aportan existencia. Así, la Organización Internacional del Trabajo (OIT), ofrecía estos datos allá en el 2001:
  • Las mujeres sólo desempeñan un 1-3% de los máximos puestos ejecutivos en las mayores empresas del mundo.
  • Sólo 8 países tienen como jefa de estado una mujer.
  • Que las mujeres constituyen el 13 por ciento de los parlamentarios del mundo; y 21 países cuentan con una mujer desempeñando la vicepresidencia o segunda magistratura del Estado.
  • Que, aunque las mujeres representan casi el 40 por ciento de los miembros de las organizaciones sindicales, sólo son mujeres el 1 por ciento de los dirigentes de los sindicatos.
  • Que el “diferencial salarial” llega a ser de un 10 a un 30 por ciento en detrimento de las mujeres, incluso en los paises que están más avanzados en términos de igualdad de género.
  • Que las mujeres trabajan más que los hombres en casi todos los países y que son ellas quienes siguen realizando la mayor parte del trabajo no retribuido.

Pues bien, la cosa no ha variado en exceso. Sí es cierto que ha mejorado y que el cambio se está dando en según qué regiones, pero queda mucho por hacer en las sociedades mundiales, marcadas por el sexismo desde siempre. A día de hoy la participación y representación de las mujeres en los niveles más elevados de responsabilidad y de toma de decisiones se mantiene en niveles muy bajos en todos los campos, y muy particularmente en los ámbitos financiero, económico y político, no siendo correlacional con el aumento del nivel formativo de las mujeres, el cuál ha sido más que evidente. Somos claramente superiores en número en la Universidad y la mayoría posee más estudios postuniversitarios que en el caso de los hombres, para así poder darle más valor a su currículum. Aún así, seguimos teniendo más dificultades para encontrar trabajo y para ascender profesionalmente, y cómo no, nuestros salarios siguen siendo inferiores al de los hombres.  

Sin duda el feminismo aún no ha llegado a ninguna región del planeta. Y por favor, no confundamos lo términos. Hablo de feminismo y no de hembrismo. El fin no es arrebatarle el poder a los hombres, si no compartirlo. El déficit de representación de las mujeres en la sociedad supone una pérdida de talento inmensa. Mujeres formadas y emprendedoras abandonan esta lucha de poder y deciden rendirse a cambio de no sufrir más. Es una verdadera lástima que una mente humana llena de conocimiento quede reducida a la discriminación del cuerpo que la encierra.

El cambio es lento. Muy lento. La historia se repite. Los jóvenes calcan los comportamientos sexistas en las diferentes parcelas de su vida. Así lo demuestran los datos sobre violencia de género y la discriminación en el acceso y desarrollo profesional. Y aún hay más. El cuidado de personas dependientes en la familia sigue recayendo mayoritariamente en la mujer, y el reparto de tareas domésticas y cuidado de los hijos no termina de cuajar. La educación, y en especial la educación social, tiene mucho por hacer en este campo. Sin buenos modelos para los jóvenes no llegamos a ningún sitio, y la cosa está difícil, pues los medios de comunicación con su influencia social tampoco ayudan con sus estereotipos. Pero claro, era de esperar, pues también son hombres quienes dirigen sus altos cargos, y eso que en las facultades de periodismo son ellas las que abundan.

Volviendo a la política, he de decir que la calidad de nuestras democracias requiere de una participación equilibrada de mujeres y hombres. De ahí surgió la paridad de ZP. Eso es lo que se conoce como una discriminación positiva. Por decirlo de alguna manera, la discriminación positiva es dar un trato preferente en el acceso o distribución de recursos a grupos sociales que han sufrido marginación, con el fin de mejorar su calidad de vida. Esto lo podemos ver en muchos grupos de nuestra sociedad: se reservan plazas de estudio y de trabajo a discapacitados físicos y/o intelectuales, se reservan asientos de transporte público a personas mayores, encontramos plazas de aparcamiento para minusválidos en nuestras ciudades, etc. En el caso de la mujer, vemos como existen actualmente ayudas económicas a mujeres mayores de 45 años que no tienen ingresos, por las dificultades en las que se encuentran en la sociedad de hoy a la hora de emprender la tan necesaria y ardua búsqueda de empleo.

Muchas personas critican este tipo de preferencias. El año pasado, una profesora de mi facultad afirmaba que su existencia nos degrada aún más. En mi opinión es necesaria en procesos de cambio, es decir, de forma temporal. Según avance el cambio hacia la igualdad de género, debería ir desapareciendo progresivamente esa ayuda. Volviendo al ejemplo de las ayudas a mujeres mayores de 45 años, lo correcto sería que dentro de tantos años o bien aumente la edad destinataria, o bien desaparezca la ayuda económica, según esté el panorama.


El Techo de Cristal... Yo ya me he dado un par de coscorrones con él en cuestión de ascensos, y los que me quedarán. Eso sí, no pienso rendirme. No pienso sentarme a llorar ni miraré hacia otro lado. No me engañaré a mí misma. No dejaré que mis hijos, si algún día los tengo, vean eso en mí. 

Espero lo mismo de vosotros.




viernes, 17 de septiembre de 2010

In interiore hominis habitat veritas




Conozco algunas citas de Miguel de Unamuno que me encantan, como aquella que dice morir como Ícaro vale más que vivir sin haber intentado volar nunca, aunque fuese con alas de cera.

Hace pocos días, revisando mi colección de frases, fragmentos y cuentos, di con ella, y hoy me he despertado pensando en qué todo estaría esta frase. Pues bien, el maravilloso mundo de internet me ha dado la repuesta, y no sólo eso, me ha dado el todo al completo. Se trata de un ensayo llamado ¡Adentro! No he dado en cambio con el año en que fue publicado, ni con otros detalles del mismo, así que si alguien conoce el ensayo y quiere aportar algo, que hable ahora o calle para siempre.
Me ha gustado tanto de principio a fin, que lo voy a dejar plasmado en esta entrada, así lo tendré a mano siempre que quiera, pues en mi opinión, el texto lo merece. Es como una especie de carta hacia un aprendiz que, en casi todos los aspectos, podría ser cualquier persona. Dice así:

La verdad, habríame descorazonado tu carta, haciéndome temer por tu porvenir, que es todo tu tesoro, si no creyese firmemente que esos arrechuchos de desaliento suelen ser pasajeros, y no más que síntomas de la conciencia que de la propia nada radical se tiene, conciencia de que se cobra nuevas fuerzas para aspirar a serlo todo. No llegará muy lejos, de seguro, quien nunca sienta cansancio.

De esa conciencia de tu poquedad recogerás arrestos para tender a serlo todo. Arranca como de principio de tu vida interior del reconocimiento, con pureza de intención, de tu pobreza cardinal de espíritu, de tu miseria, y aspira a lo absoluto si en lo relativo quieres progresar.

No temo por ti. Sé que te volverán los generosos arranques y las altas ambiciones y de ello me felicito y te felicito.

Me felicito y te felicito por ello, sí, porque una de las cosas que peor traer nos traen - en España sobre todo – es la sobra de codicia unida a la falta de ambición. ¡Si pusiéramos en subir más alto el ahínco que en no caer ponemos, y en adquirir más tanto mayor cuidado que en conservar el peculio que heramos! Por cavar en tierra y esconder en ella el solo talento que se nos dio, temerosos del Señor que donde no sembró siega y donde no esparció recoge, se nos quitará ese único nuestro talento, para dárselo al que recibió más y supo acrecentarlo, porque “al que tuviere le será dado y tendrá aún más, y al que no tuviere, hasta lo que tiene le será quitado” (Mat. XXV). No seas avaro, no dejes que la codicia ahogue a la ambición en ti; vale más que en tu ansia por perseguir a cien pájaros que vuelan te broten alas, que no el que estés en tierra con tu único pájaro en mano.

Pon en tu orden, muy alta tu mira, lo más alta que puedas, más alta aún donde tu vista no alcance, donde nuestras vidas paralelas van a encontrarse: apunta a lo inasequible. Piensa cuando escribas, ya que escribir es tu acción, en el público universal, no en el español tan sólo, y menos en el español de hoy. Si en aquél pensasen nuestros escritores, otros serían sus ímpetus, y por lo menos habrían de poner, hasta en cuanto al estilo, en lo íntimo de éste, en sus entrañas y redaños, en el ritmo del pensar, en lo traductible a cualquier humano lenguaje, el trabajo que hoy los más ponen en su cáscara y vestimenta, en lo que sólo al oído español halaga. Son escritores de cotarro, de los que aspiran a cabezas de ratón; la codicia de gloria ahoga en ellos a la ambición de ella; cavan en la tierra patria y en ella esconden su único talento. Pon tu mira muy alta, más alta aún, y sal de ahí, de esa Corte, cuanto antes. Si te dijesen que ese es tu centro, contéstales: ¡mi centro está en mí!

Ahí te consumes y disipas sin el debido provecho, ni para ti ni para los otros, aguantando alfilerazos que enervan a la larga. Tienes ahí que indignarte cada día por cosas que no lo merecen. ¿Crees que puede un león defenderse de una invasión de hormigas leones? ¿Vas a matar a zarpazos pulgas?

Sal pronto de ahí y aíslate por primera providencia; vete al campo, y en la soledad conversa con el universo si quieres, habla a la congregación de las cosas todas. ¿Qué se pierde tu voz? Más vale que se pierdan tus palabras en el cielo inmenso a no que resuenen entre las cuatro paredes de un corral de vecindad, sobre la cháchara de las comadres. Vale más ser ola pasajera en el océano, que charco muerto en la hondonada.

Hay en tu carta una cosa que no me gusta, y es ese empeño que muestras ahora por fijarte un camino y trazarte un plan de vida. ¡Nada de plan previo, que no eres edificio! No hace el plan a la vida, sino que ésta lo traza viviendo. No te empeñes en regular tu acción por tu pensamiento; deja más bien que aquélla te forme, informe, deforme y transforme éste. 

Vas saliendo de ti mismo, revelándote a ti propio; tu acabada personalidad está al fin y no al principio de tu vida; sólo con la muerte se te completa y corona. El hombre de hoy no es el de ayer ni el de mañana, y así como cambias, deja que cambie el ideal que de ti propio te forjas. Tu vida es ante tu propia conciencia la revelación continua, en el tiempo, de tu eternidad, el desarrollo de tu símbolo; vas descubriéndote conforme obras. Avanza, pues, en las honduras de tu espíritu, y descubrirás cada día nuevos horizontes, tierras vírgenes, ríos de inmaculada pureza, cielos antes no vistos, estrellas nuevas y nuevas constelaciones. Cuando la vida es honda, es poema de ritmo continuo y ondulante. No encadenes tu fondo eterno, que en el tiempo se desenvuelve, a fugitivos reflejos de él. Vive al día, en las olas del tiempo, pero asentado sobre tu roca viva, dentro del mar de la eternidad; al día en la eternidad, es como debes vivir.

Te repito, que no hace el plan a la vida, sino que ésta se lo traza a sí misma, viviendo. ¿Fijarte un camino? El espacio que recorras será tu camino; no te hagas, como planeta en su órbita, siervo de una trayectoria. Querer fijarse de antemano la vía redúcese en rigor a hacerse esclavo de la que nos señalen los demás, porque eso de ser hombre de meta y propósitos fijos no es más que ser como los demás nos imaginan, sujetar nuestra realidad a su apariencia en las ajenas mentes. No sigas, pues, los senderos que a cordel trazaron ellos; ve haciéndote el tuyo a campo traviesa, con tus propios pies, pisando sus sementeras si es preciso. Así es como mejor les sirves, aunque otra cosa crean ellos. Tales caminos, hechos así a la ventura, son los hilos cuya trama forma la vida social; si cada cual se hace el suyo, formarán con sus cruces y trenzados rica tela, y no calabrote.

¿Orientación segura te exigen? Cualquier punto de la rosa de los vientos que de meta te sirva te excluye a los demás. Y ¿sabes acaso lo que hay más allá del horizonte? Explóralo todo, en todos sentidos, sin orientación fija, que si llegas a conocer tu horizonte todo, puedes recogerte bien seguro en tu nido.

Que nunca tu pasado sea tirano de tu porvenir; no son esperanzas ajenas las que tienes que colmar. ¿Contaban contigo? ¡Que aprendan a no contar sino consigo mismos! ¿Qué así no vas a ninguna parte, te dicen? Adonde quiera que vayas a dar será tu todo, y no la parte que ellos te señalen. ¿Qué no te entienden? Pues que te estudien o que te dejen; no has de rebajar tu alma a sus entendederas. Y, sobre todo en amarnos, entendámonos o no, y no en entendernos sin amarnos, estriba la verdadera vida. Si alguna vez les apaga la sed el agua que de tu espíritu mana, ¿a qué ese empeño de tragarse el manantial? Si la fórmula de tu individualidad es complicada, no vayas a simplificarla para que entre en su álgebra; más te vale ser cantidad irracional que guarismo de su cuenta.

Tendrás que soportar mucho porque nada irrita al jacobino tanto como el que alguien se le escape de sus casillas; acaba por cobrar odio al que no se pliega a sus clasificaciones, disputándole de loco o de hipócrita. ¿Qué te dicen que te contradices? Sé sincero siempre, ten en paz tu corazón y no hagas caso, que si fueses sincero y de corazón apaciguado, es que la contradicción está en sus cabezas y no en ti.

¿Qué te hinchas? Pues que te hinches, que si nos hinchamos todos, crecerá el mundo. ¡Ambición, ambición, y no codicia!

Te repito que te prepares a soportar mucho, porque los cargos tácitos que con nuestra conducta hacemos al prójimo son los que más en lo vivo le duelen. Te atacan por lo que piensas; pero les hieres por lo que haces. Hiéreles por amor. Prepárate a todo, y para ello toma al tiempo de aliado. Morir como Icaro vale más que vivir sin haber intentado volar nunca, aunque fuese con alas de cera. Sube, pues, para que te broten alas, que deseando volar te brotarán. Sube; pero no quieras una vez arriba arrojarte desde lo más alto del templo para asombrar a los hombres, confiado en que los ángeles te lleven en sus manos, que no debe tentarse a Dios. Sube sin miedo y sin temeridad. ¡Ambición, y nada de codicia!

Y, entretanto, resignación, resignación activa, que no consiste en sufrir sin luchar, sino en no apesadumbrarse por lo pasado, ni acongojarse por lo irremediable; en mirar al porvenir siempre. Porque ten en cuenta que sólo el porvenir es reino de libertad; pues así que algo se vierte al tiempo, a su ceñidor queda sujeto. Ni lo pasado puede ser más que como fue, ni cabe que lo presente sea más que como es; el puede ser es siempre futuro. No sea tu pesar por lo que hiciste más que propósito de futuro mejoramiento; todo otro arrepentimiento es muerte, y nada más que muerte. Puede creerse en el pasado; fe sólo en el porvenir se tiene, sólo en la libertad. Y la libertad es ideal y nada más que ideal, y en serlo está precisamente su fuerza toda. Es ideal e interior, es la esencia misma de nuestro posesionamiento del mundo, al interiorizarlo. Deja a los que creen en Apocalipsis y milenarios que aguarden que el ideal les baje de las nubes y tome cuerpo a sus ojos y puedan palparlo. Tú, créelo verdadero ideal, siempre futuro y utópico siempre, utópico, esto es: de ningún lugar, y espera. Espera, que sólo el que espera vive; pero teme el día en que se te conviertan en recuerdos las esperanzas al dejar el futuro, y para evitarlo, haz de tus recuerdos esperanzas, pues porque has vivido vivirás.

No te metas entre los que en la arena del combate luchan disparándose a guisa de proyectiles afirmaciones redondas de lo parcial. Frente a su dogmatismo exclusivista, afírmalo todo, aunque te digan que es una manera de todo negarlo, porque aunque así fuera, sería la única negación fecunda, la que destruyendo crea y creando destruye. Déjales con lo que llaman sus ideas cuando en realidad son ellos de las ideas que llaman suyas. Tú mismo eres idea viva; no te sacrifiques a las muertas, a las que se aprenden en papeles. Y muertas son todas las enterradas en el sarcófago de las fórmulas. Las que tengas, tenlas como los huesos, dentro, y cubiertas y veladas con tu carne espiritual, sirviendo de palanca a los músculos de tu pensamiento, y no fuera y al descubierto y aprisionándote como las tienen las almas-cangrejos de los dogmáticos, abroqueladas contra la realidad que no cabe en dogmas. Tenlas dentro sin permitir que lleguen a ellas los jacobinos que, educados en la paleontología, nos toman de fósiles a todos, empeñándose en desarrollarnos y descuartizarnos para lograr sus clasificaciones conforme al esqueleto.

No te creas más, ni menos, ni igual que otro cualquiera, que no somos los hombres cantidades. Cada cual es único e insustituible; en serlo a conciencia, pon tu principal empeño.

Asoma en tu carta una queja que me parece mezquina. ¿Crees que no haces obra porque no la señalen tus cooperativos? Si das el oro de tu alma, correrá aunque se le borre el cuño. Mira bien si no es que llegas al alma e influyes en lo íntimo de aquellos ingenios que evitan más cuidadosamente tu nombre. El silencio que en son de queja me dices que te rodea, es un silencio solemne; sobre él resonarán más limpias tus palabras. Déjales que jueguen entre sí al eco y se devuelvan los saludos. Da, da, y nunca pidas, que en cuanto más des más rico serás en dádivas.

No te importe el número de los que te rodeen, que todo verdadero beneficio que hagas a un solo hombre, a todos se lo haces; se lo haces al Hombre. Ganará tu eficacia en intensidad lo que en extensión pierda. Las buenas obras jamás descansan; pasan de unos espíritus a otros, reposando un momento en cada uno de ellos para restaurarse y recobrar sus fuerzas. Haz cada día por merecer el sueño, y que sea el descanso de tu cerebro preparación para cuando tu corazón descanse; haz por merecer la muerte.

Busca sociedad; pero ten en cuenta que sólo lo que de la sociedad recibas será la sociedad en ti y para ti, así como sólo lo que a ella des será tu en la sociedad y para ella. Aspira a recibir de la sociedad todo, sin encadenarte a ella, y a darte a ella por entero. Pero ahora, por el pronto al menos, te lo repito, sal de ese cotarro y busca a la Naturaleza, que también es sociedad, tanto como es la sociedad Naturaleza. Tú mismo, en ti mismo, eres sociedad, como que, de serlo cada uno, brota la que así llamamos y que camina a personalizarse, porque nadie da lo que no tiene. Hasta carnalmente no provenimos de un solo ascendiente, sino de legión, y a legión vamos; somos un modo de la trama de las generaciones.

Todos tus amigos son a aconsejarte: “ve por aquí”, “ve por allí”, “no te desparrames”, “concentra tu acción”, “oriéntate”, “no te pierdas en la inconcreción”. No les hagas caso, y da de ti lo que más les moleste, que es lo más que les conviene. Ya te lo tengo dicho: no te aceptarán de grado lo tuyo; querrán tus ideas, que no son en realidad tuyas.
No quieras influir en eso que llaman la marcha de la cultura, ni en el ambiente social, ni en tu pueblo, ni en tu época, ni mucho menos en el progreso de ideas, que andan solas. No en el progreso de las ideas, no, sino en el crecimiento de las almas, en cada alma, en una sola alma y basta. Lo uno es para vivir en la Historia; para vivir en la eternidad, lo otro. Busca antes las bendiciones silenciosas de pobres almas esparcidas acá y allá, que veinte líneas en las historias de los siglos. O más bien, busca aquello y se te dará esto de añadidura. No quieras influir sobre el ambiente ni en eso que llaman señalar rumbos a la sociedad. Las necesidades de cada uno son las más universales, porque son las de todos. Coge a cada uno, si puedes, por separado y a solas en su camarín, e inquiétalo por dentro, porque quien no conoció la inquietud jamás conocerá el descanso. Sé un confesor más que un predicador. Comunícate con el alma de cada uno y no con la colectividad.

Que alegría, que entrañable alegría te mecerá el espíritu cuando vayas solo, solo entre todos, solo en tu compañía, contra el consejo de tus amigos, que quieren que hagas economía política o psicología fisiológica o crítica literaria! La cosa es que no des tu espíritu, que lo ahogues, porque les molestas con él. Has de darles tu inteligencia tan sólo, lo que no es tuyo, has de darles el escarchado del ambiente social sobre ti, sin ir a hurgarles el rinconcito de la inquietud eterna; no has de comulgar con tres o cuatro de tus hermanos, sino traspasar ideas coherentes y lógicas a trescientos o cuatrocientos, o treinta mil o cuarenta mil que no pueden, o no quieren o no saben afrontar el único problema. Esos consejos te señalan tu camino. Apártate de ellos. ¡Nada de influir en la colectividad! Busca tu mayor grandeza, la más honda, la más duradera, la menos ligada a tu país y a tu tiempo, la más universal y secular, y será como mejor servirás a tus compatriotas coetáneos.

Busca sociedad, sí, pero ahora, por de pronto, chapúzate en Naturaleza, que hace serio al hombre. Sé serio. Lleva seriedad, solemne seriedad a tu vida, aunque te digan los paganos que eso es ensombrecerla, que la haces sombría y deprimente. En el seno de eso que como lúgubres depresiones se aparecen al pagano, es donde se encuentran las más regaladas dulzuras. Toma la vida en serio sin dejarte emborrachar por ella; sé su dueño y no su esclavo, porque tu vida pasa y tú te quedarás. Y no hagas caso a los paganos que te digan que tú pasas y la vida queda… ¿La vida? ¿Qué es la vida? ¿Qué es una vida que no es mía, ni tuya, ni de otro cualquiera? ¡La vida! ¡Un ídolo pagano, al que quieren que sacrifiquemos cada uno nuestra vida! Chapúzate en el dolor para curarte de su maleficio; sé serio. Alegre también; pero seriamente alegre. La seriedad es la dicha de vivir tu vida asentada sobre la pena de vivirla y con esta pena cansada. Ante la seriedad que las funde y al fundirlas las fecunda, pierden tristeza y alegría su sentido.


Otra vez más: ahora corre al campo, y vuelve luego a sociedad para vivir en ella; pero de ella despegado, desmundanizado. El que huye del mundo sigue del mundo esclavo, porque lo lleva en sí; sé dueño de él, único modo de comulgar con tus hermanos en humanidad. Vive con los demás, sin singularizarte, porque toda singularización exterior en vez de preservar, ahoga a la interna. Vive como todos, siente como tú mismo, y así comulgarás con todos y ellos contigo. Haz lo que todos hagan, poniendo, al hacerlo, todo tu espíritu en ello, y será cuanto hagas original por muy común que sea.

Sólo en la sociedad te encontrarás a ti mismo; si te aíslas de ella no darás más que con un fantasma de tu verdadero sujeto propio. Sólo en la sociedad adquieres tu sentido todo, pero despegado de ella.
Me dices en tu carta que, si hasta ahora ha sido tu divisa, ¡adelante!, de hoy en más será, ¡arriba! Deja eso de adelante y atrás, arriba y abajo, a progresistas y retrógrados, ascendentes y descendentes, que se mueven en el espacio exterior tan sólo, y busca el otro, tu ámbito interior, el ideal, el de tu alma. Forcejea por meter en ella al universo entero, que es la mejor manera de derramarte en él. Considera que no hay dentro de Dios más que tú y el mundo y que si formas parte de éste porque te mantiene, forma también él parte de ti, porque en ti lo conoces. En vez de decir, pues, ¡adelante! o ¡arriba!, di: ¡adentro! Reconcéntrate para irradiar; deja llenarte para que rebases luego, conservando el manantial. Recógete en ti mismo para mejor darte a los demás todo entero e indiviso. –Doy cuanto tengo – dice el generoso; - doy cuanto valgo – dice el abnegado; - doy cuanto soy – dice el héroe; - me doy a mí mismo – dice el santo; y di tú con él, al darte: - Doy conmigo el universo entero -. Para ello tienes que hacerte universo, buscándolo dentro de ti. ¡Adentro!




Para completar la entrada dejo una de mis canciones preferidas. Soy un Corazón Tendido al Sol, de Víctor Manuel. 




lunes, 13 de septiembre de 2010

El Tontusko y La Nenuska






Nenuska, así me llama mi pequeño amigo Roman, y yo le digo ¡Tontusko!. Este canijo que me tiene prendada lleva dos veranos viniendo a casa de mis padres. Él vive con su familia en Ucrania, cerca de Kiev, y tanto él como su hermano pequeño pasan las temporadas de verano con otras familias en el extranjero.

No hace falta describir lo agradable y cariñoso que es, sólo hay que mirarle a los ojos. Es un niño muy sociable, y lo que más me gusta de él es que sigue siendo un niño. Espero profundamente que las circunstancias en las que vive en su país no le lleven a crecer antes de tiempo y siga observando al mundo desde esos ojos curiosos y alegres.

Roman partió hacia Ucrania hace ya una semana, y me despedí de él de una forma especial. Yo le había hablado de mi excursión a Gredos y le enseñé algunas fotos, y él, a su manera, me dijo: "mí gusta mucho andar por la naturaleza, no por la ciudad". Así que decidí llevarle con Abel y con Curro a algún sitio antes de que se fuera.

El destino fue La Peña de Francia. El recorrido, de unos 10 km, desde El Caserito. Como la intención de Abel era entrenar, él subió corriendo y volvió a bajar para después subir de nuevo a nuestro ritmo. Curro estuvo nervioso desde que nos separamos, no hacía más que ir corriendo hasta donde estaba Abel y regresaba a por nosotros, y así tres o cuatro veces, hasta que al fin se quedó a nuestro lado. Cuando Roman, Curro y yo íbamos por la mitad del recorrido, Abel ya había vuelto. Nos dejó sin habla.



Me hizo mucha ilusión esta experiencia, a pesar de que estaba cansada y algo molesta por mis dolores menstruales, se me agarrota la espalda en la zona lumbar, y ascendiendo no era plato de gusto. Pero ir acompañada de Roman alivia a cualquiera. ¡Qué curioso es! "Mira, Nenuska, un pájaro muy bonito", decía. "Es un petirrojo", le iba contando yo. "Alicia, mira que hierba más bonita". "Venga, que te hago una foto, canijo".

   


¡Y qué decir de la experiencia propia! Tantas veces que he subido allí a arriba en coche con mis padres de niña, y de repente me veo subiendo andando con 28 años. Me encantó. Nunca pensé que haría algo así, esto del senderismo me está apasionando. Conocer los rincones y senderos de mi provincia se va a convertir en un reto. ¡Ya era hora!, pensaréis algunos. Pero como yo digo, yo nací en Menorca y aquello sí me lo conozco como la palma de mi mano.






¿Y nuestro guía? Sin él poco de esto sería posible. En tres años que llevo en Salamanca no he conocido a nadie tan activo y con tantas ganas de hacer cosas interesantes fuera de la ciudad con quien pudiera compaginar mi tiempo y mis ganas de aprender. Sin duda he hallado un tesoro. Ahora que estás en Los Alpes dándolo todo, espero que estas excursiones ligth que nos has regalado no enturbien tu impresionante reto más garrulón, como tú lo llamas, en el Tor des Géants. Ahora que te sigo por la web a través de Los Alpes, me doy cuenta de lo importante que eran tus entrenamientos. Pero ánimo, que si no me equivoco y los hitos que marca el cuadro son cumbres, ya llevas 5 de 25 en sólo un día. Lo estás haciendo estupendamente.


Abel y Roman en el Mirador de Santiago






Un alto en el camino para meditar...

Parada en El Castaño Centenario

Para terminar, Roman, aquí dejo nuestra canción, la que siempre cantamos a voces en el coche, la que bailábamos por las calles de Ciudad Rodrigo las noches del verano pasado, la que siempre me recordará a ti. Te quiero mucho, pequeño!!





Y para los demás, os dejo un par de vídeos de la Asociación Ven con Nosotros, con la que traemos a estos niños que tanto lo necesitan, por si alguna vez os animáis a pasar un verano diferente o conocéis a personas que deseen ayudar a estas familias tan luchadoras como la de Roman, o a otros niños que ni siquiera conocen lo que es vivir en familia.










jueves, 9 de septiembre de 2010

The Road

La Carretera, de Cormac McCarthy, es el título de la última novela que he leído. A cuenta del trabajo y tanta actividad he tardado bastante más de lo esperado en terminarla, pero es una historia que, aunque difícil de digerir por su dureza, no es muy extensa y no te deja indiferente.

El libro nos lleva a un futuro, no sabemos si cercano o lejano, en el que la Tierra ha sido devastada por una especie de cataclismo, del cual no especifica nada. Simplemente te describe un entorno desolado, muerto y estéril por el que un padre y un hijo, cuyas edades tampoco son comentadas, sobreviven como pueden viajando hacia el sur por una carretera, sin saber si quiera si allí encontrarán algo mejor que el terreno que pisan y sin saber cuántas personas aún quedan vivas en el planeta. Si la historia ya de por sí es angustiosa, todavía entra un ingrediente en juego que complica aún más la situación de sus protagonistas: ante la falta de alimento, algunos supervivientes han optado por el canibalismo y, literalmente, salen a la caza de personas en grupo. Este factor extra en un viaje penumbroso, provoca en el padre una desconfianza de tal magnitud que no le permite poner en duda cualquier atisbo de bondad en aquellos con quienes se van encontrando en su camino. Su misión es proteger "al chico" (así se le llama durante toda la novela), el cual simboliza la esperanza.

El padre "sobrevive", él tiene una visión diferente de lo que es vivir, porque posee un bagaje de recuerdos de una vida pasada mejor, mientras que el chico simplemente vive. No recuerda nada, no tiene con qué comparar su presente, pero sí tiene la sensibilidad al dolor ajeno, la esperanza de encontrar a "los buenos", la capacidad de ver la belleza en un mundo destruido... Es como si personificara el amor en un mundo desolado, su vulnerabilidad al mismo tiempo que su fuerza.

La otra noche volviendo a casa del trabajo en el coche, un hombre me hizo señas para que parara, sobre el puente de la Avenida Salamanca, justo antes de desviarme hacia mi calle. No paré. Continué conduciendo. Cuando paré para aparcar, se me pasó por la cabeza volver. "¿Y si necesitaba ayuda?", me pregunté. Dudé unos momentos. "¿Y si no es de fiar?", me decía otra voz. ¡Disonancia cognitiva al canto! Vacilé un momento más y finalmente aparqué y subí a casa. No fui y nunca sabré si debería haber ido.

Este libro y esta situación me han hecho recordar algunas cosas que aprendí en Psicología Social, la asignatura que más me ha gustado de mi último curso. El tema en cuestión se llama La Autojustificación. A través de diferentes investigaciones se sabe que la mayor parte de las personas tienden a justificar sus propias acciones, creencias y sentimientos. Cuando las personas hacen algo, intentarán, si es posible, convencerse a sí mismas (y a los demás) de que era una cosa lógica y razonable. Esto ocurre sobre todo, cuando las personas sufren una disonancia cognitiva, que es aquel estado de tensión que se produce cuando un individuo mantiene simultáneamente dos ideas, actitudes, creencias u opiniones psicológicamente incompatibles. Yo, que me considero buena gente, pasé de largo ante una señal de socorro. Y me autojustifiqué, claro que lo hice, como lo haría cualquier persona. Con frases del tipo: "Era de noche y no había nadie por la calle, podría haber puesto mi vida en peligro".

¿Por qué nos autojustificamos? Muy sencillo, es una forma de sentirnos bien con nosotros mismos y de proteger nuestra autoestima. A nadie le gusta verse como un ser despreciable y malvado, de hecho si así fuera sería algo patológico. Si por cada vez que nos pasara algo así proyectásemos en nosotros mismos cualidades desagradables, las consecuencias psicológicas serían devastadoras, caeríamos con mucha facilidad en procesos depresivos. Por tanto, la autojustificación de la crueldad tiene su razón de ser.

Transvasando esto a una situación extrema como es la historia de La Carretera, se puede comprender la actuación de todas las personas que aparecen en la misma, incluidos los caníbales. El niño se justifica con la frase "Porque nosotros somos los buenos, ¿verdad, papá? Llevamos el fuego". El padre se justifica con la protección del chico y resuelve su disonancia cognitiva deshumanizando al resto de la gente, viéndolos como animales y no como a personas. Y los caníbales, aunque el libro no lo muestre, se autojustifican también a su manera, supongo que con frases del tipo "o como o muero".

Por último, uno se pregunta si algo así podría pasar. Como en el libro 1984, uno se plantea hasta que punto son historias de ciencia-ficción. Son historias que reflejan perfectamente qué sucedería si se dieran esas condiciones y circunstancias, y te estremecen hasta lo más profundo de tu ser. Son historias realmente terroríficas y angustiosas que ponen los pelos de punta, pues si la realidad fuese esa, sin duda no estaría muy lejos de ser así.

Para completar el libro, vi la película. Refleja bien la historia tal cual es. Está muy bien adaptada, al menos esa ha sido mi impresión. Os dejo el trailer, aunque si tenéis pensado leer el libro, mejor no lo veáis, no le pongáis cara a los personajes ni os dejéis sugestionar por las imágenes.