lunes, 30 de agosto de 2010

Curiosidades de la Laguna Grande


He tenido el placer de conocer más detalles sobre El Circo de Gredos, mi última gran experiencia con el mundo natural, detalles de los que no hablé en el otro post, el cual se centró más en mi experiencia personal.


El paisaje del circo de Gredos está modelado por antiguos glaciares que dejaron tras de sí arañazos y canaladuras en las rocas, depósitos de materiales que el hielo transportaba y la laguna más grande de Gredos con unas ocho hectáreas de superficie. 






Hábitat de dos especies endémicas como es el sapo común de Gredos y la salamandra del Almanzor, la Laguna Grande se nutre de chorreras y neveros y rebosa leyendas sobre sus oscuras aguas y el áspero paisaje que la rodea...



Cuentan que en su interior habita una bruja que, antes de acceder a tal condición, fue mujer principal en alguna localidad verata. Trastornada por un mal querer, desenamora a las muchachas que se miran en las aguas de la laguna.

Pío Baroja, en su novela La Dama Errante, recoge una superstición según la cual la laguna está habitada por animales terribles capaces de devorar a un buey que cayera en ella. 

Según Gregorio Aznar, pionero de la exploración en Gredos, los habitantes de la zona estaban convencidos de que la laguna tiene conexión directa con el mar, y que de cuando en cuando se oyen bramidos a distancia, lo que él atribuía a los derrumbes ampliados por la caja de resonancia que resulta el circo. 


Me voy con una canción de brujas, que aunque no trate de la protagonista del post, es muy graciosa.

sábado, 28 de agosto de 2010

¿Algo adelantada? Quién sabe...


Hay en una de las paredes de mi cuarto un hermoso reloj antiguo que ya no funciona. Sus manecillas detenidas casi desde siempre, señalan imperturbables la misma hora: las siete en punto... Casi todo el tiempo, el reloj es sólo un inútil adorno en una blanquecina y vacía pared.

Sin embargo hay dos momentos en el día, dos fugaces instantes en que el viejo reloj parece resurgir de sus cenizas como un ave fénix.

Cuando todos los relojes de la ciudad, en sus enloquecidos andares marcan las 7 y los cu—cu y los gong de las demás máquinas hacen sonar por 7 veces su repetido canto, el viejo reloj de mi habitación parece cobrar vida. Dos veces por día, a la mañana y a la noche, el reloj se siente en absoluta armonía con el resto del universo.

Si alguien mirara el reloj solamente en esos dos momentos, diría que funciona a la perfección... Pero pasado ese instante, cuando los otros relojes han acallado su canto y las manecillas siguen sus monótonos caminos, mi viejo reloj pierde su paso y permanece fiel a aquella hora que alguna vez detuvo su andar.

Y yo amo ese reloj y cuanto más hablo de él, más lo amo, porque cada vez me siento más parecido a él— también yo estoy parado en un tiempo, también yo me siento clavado e inmóvil, también yo soy de alguna manera un adorno inútil en una pared vacía.

Pero tengo también fugaces momentos en que, misteriosamente, llega mi hora. Durante esos tiempos, yo siento que vivo. Todo está claro y el mundo se transforma en maravilloso. Yo puedo crear, soñar, volar, decir y sentir más cosas en esos instantes que en todos los otros momentos. Estas conjunciones armónicas se dan y se repiten una y otra vez, como una secuencia inexorable.

La primera vez que lo sentí, traté de aferrarme a ese instante creyendo que podría hacerlo durar para siempre. Pero no fue así. Como a mi amigo el reloj, también a mí se me escapa el tiempo de los otros.... Pasado estos momentos, los otros relojes que anidan en otros hombres, continúan su giro y yo vuelvo a mi rutinaria muerte estática, a mi trabajo, a mis charlas de café, a mi aburrido andar que acostumbro a llamar vida.

Pero yo sé que la vida es otra cosa... Yo sé que la vida, la vida de verdad es la suma de aquellos momentos que aunque fugaces, nos permiten percibir la sintonía con el universo.

Casi todo el mundo, pobre, cree que vive.

Sólo hay momentos de plenitud y aquellos que no lo sepan e insistan en querer vivir siempre, quedarán condenados al mundo del gris y repetitivo andar de la cotidianeidad.

Por esto te amo, viejo reloj, porque somos la misma cosa tú y yo.





Este relato de Jorge Bucay me acompañó durante años. "Fue perfecto mientras duró", se me antoja decir ahora.

Esta mañana mientras desayunaba recordé este pequeño cuento al mirar la hora.

Tengo un reloj en la cocina, se podría decir cutre, pero lo aprecio de una manera especial. Es un Planeta Tierra de plástico que luce en la oscuridad. Me lo regalaron con una cala, seguramente comprada en los chinos junto con el reloj, en la mañana de un San Valentín, allá en el 2002 si no recuerdo mal.


Siempre se adelanta ese reloj. Da igual que lo pongas en hora, cuando menos te lo esperas, ya está casi media hora por delante. ¿Cómo lo hará?

Lo curioso es que quien me lo regaló tardó poco tiempo en comenzar a decirme lo mismo. Creces deprisa, y no te alcanzo... Y la frustración mutua llega, como un huracán que todo lo arrasa.




Hace años el conformismo me llevó a disfrutar solamente de las siete en punto. Mi tiempo se congelaba y yo apenas notaba el frío. Ahora cualquier hora, cualquier situación, conversación o actividad, puede ser susceptible de armonía con lo que me rodea.  

Por eso te amo, viejo reloj, porque somos la mima cosa tú y yo.




Para terminar, un vídeo que hice cuando abandoné la hora de mi antiguo reloj parado a las siete tras mi primer viaje liberador a Barcelona...


jueves, 26 de agosto de 2010

Quien bien te quiere, te quiere libre




Estas imágenes pertenecen a la última película que he visto: Two For The Road, de Stanley Donen (1967). Dos En La Carretera, a la española. Para quienes no lo conozcáis, el film retrata la vida de una pareja a través de diversos momentos de su relación en temporadas de vacaciones que han vivido desde que se conocieron. En el momento presente de la película, la pareja reflexiona sobre lo que ha sido su vida junto al otro a través del recuerdo, al ver la pesada carga en la que se ha convertido su matrimonio. De alguna manera, cuando la ves lo tienes claro: el amor es efímero.

Pues bien, a esto yo respondo con un rotundo NO. Como en el Efecto Pigmalión, en las relaciones de pareja se acaba dando una profecía autocumplida. Al pensar que todo se deteriora con el tiempo, tu actitud acaba siendo esa respecto al paso de los años, y finalmente, lo que no existía, acaba convirtiéndose en algo real. Estamos tan acostumbrados a escuchar frases del tipo: ya me lo contarás cuando llevéis dos años viviendo juntos, que finalmente las decepciones comienzan a aflorar y se convierten en el mayor obstáculo de tu felicidad.

Hoy he leído en un artículo lo siguiente:

A veces nos sentimos atrapados en unas relaciones que nos asfixian. Queremos huir y quedarnos al mismo tiempo. Nos sentimos incomprendidos y nos invaden las preocupaciones. Otras veces nos parece que debemos someternos a los deseos de los demás para complacerles. Todo ello nos oprime.
Al sentirnos amenazados por la presencia del otro, llegamos a renunciar a nuestra integridad individual bajo la influencia de los demás y de la sociedad. Buscamos seguridad y dejamos de ser nosotros mismos, adoptando una personalidad que sigue las pautas culturales y sociales. 

Mark y Joanna Wallace, los protagonistas de la película, sufrieron estos síntomas desde que se conocieron, y como ellos, la gran mayoría de las parejas. De ahí el sentimiento de nostalgia y melancolía que produce el film, pues de alguna manera hemos interiorizado que eso es exactamente lo que sucede en cualquier relación, y que una de dos, o terminas con esa situación separándote de tu pareja, o te conformas y sigues Caminando en Círculos, como en la canción de Quique González, aunque muchas veces te pese.







Canteca de Macao, en su canción Bellas, comienza diciendo: 

"Quien bien te quiere te hará sufrir",
Ay, yo no pienso de esa manera
Quien bien te quiere, te quiere libre
Y yo no sufro si soy libre a tu vera...

¿Es posible el Quien bien te quiere, te quiere libre? Sí. Con los pies sobre la tierra y el corazón en la mente. No se trata del mientras estemos juntos, yo hago mi vida y tú haces la tuya, para nada. Eso es para simplones y cobardes. 

Más bien se trata de cuidarte y cuidarme. 
De darte y a la vez darme. 
De respetarte y a la vez respetarme. 
De quererte y al mismo tiempo quererme.



Y en ese andar, te haré feliz y me haré feliz, y el sol brillará hermoso cada mañana. Eso seguro.


Una visión diferente para historias de amor diferentes. La opresión nunca hizo feliz al ser humano, dejemos de convertir algo tan bello en algo que provoca sufrimiento. Así continua el artículo un poco más adelante:

El miedo, la ira y la tristeza se originan en los hábitos de aferrarse, apegarse y depender. Con ellos, nuestro corazón pierde libertad. La presión que generan estos estados emocionales y la ausencia de libertad nos provocan sufrimiento. Estamos tan acostumbrados a estas formas de sufrir que llegamos a creer que son naturales. Es posible dejar de sufrir estas perturbaciones emocionales si recuperamos nuestro poder interior.
Con el fortalecimiento mental, emocional y espiritual podemos avanzar hacia la libertad asumiendo nuestra soberanía personal y estableciendo espontáneamente nuestra conexión con el mundo en el amor y el trabajo, en la expresión genuina de nuestras facultades emocionales, sensitivas e intelectuales. De este modo nos unimos con los demás, con la naturaleza y con nosotros mismos, sin despojarnos de la integridad e independencia de nuestro yo individual y único.
El verdadero poder interior lo desarrollan quienes conviven y trabajan juntos, no quienes se alejan de los demás. Por los demás hacemos cosas que no haríamos por nosotros mismos. Al relacionarnos ampliamos nuestros límites mentales y agrandamos nuestro corazón. Al convivir practicamos nuestras cualidades y poderes internos: tolerancia, capacidad para adaptarnos, escuchar, comprender, amoldarnos, perdonar, comunicar, fluir, discernir… Y así aprendemos a ser.

Mejor sentirse como en la canción In The Sunshine, de Lionel Neykov...



Let’s escape tonight, 
Find a place
That everything is peacel and quiet.
We can breathe and laughs..
So close your eyes and drift in the night.

Well we’ve caught in the sunshine,
Watch the world go back.
Live outside and,
Stay up for hours in the night
Talking ‘bout the life. 


Let’s get away right now,
Find a place,
That everything is sunny and bright,
We can laugh out loud
Lie on the grass,
Gaze in the sky.

Well we’ve caught in the sunshine,
Watch the world go back.
Live outside and,
Stay up for hours in the night
Talking ‘bout the life.



Clouds passing by,
Will make love under the sky.
And the stars,
Dancing in front of our eyes. 



So come away with me,
Come to a place,
That everything is simple and claire
We can joy all day,
Sit on a beach and listen to the waves.

Well we’ve caught in the sunshine,
Watch the world go back.
Live outside and,
Stay up for hours in the night
Talking ‘bout the life. 




Para quien desee leer el artículo completo, aquí lo dejo, no tiene desperdicio alguno:




domingo, 22 de agosto de 2010

Mariposas y Aprendizaje Social

Para gran sorpresa mía, leyendo un artículo de Punset esta mañana, he visto que no soy la única que metaforiza el aprendizaje social con la metamorfosis de las mariposas. 


Especialmente me ha llamado la atención el último párrafo. Yo también apoyo la idea del desaprendizaje. En una ponencia que hice con un compañero de la facultad en las clases de Didáctica General de primero de carrera, comentamos la dificultad más esencial del trabajo del educador social: conseguir que las personas desaprendan lo aprendido para aprender lo correcto. Parece un trabalenguas, pero es fácil de entender. Nosotros pusimos un ejemplo sencillo que encontramos en un libro recomendado por la profesora: El educador social enseña a desaprender conductas muy interiorizadas por el individuo, como cuando alguien escribe a máquina con un sólo dedo y hay que enseñarle a utilizar todos los dedos de la mano.

 Aprendemos conductas y formas de ver el mundo a través de nuestros familiares, amigos y entorno más cercano, pero no siempre son los apropiados. La mayoría de la gente, entre los que me incluyo, no estamos  preparados para enfrentarnos de forma correcta a temas que nos van a acompañar durante nuestras vidas, como es el cambio de la adolescencia, el disfrute del ocio y del tiempo libre, la sexualidad, el amor, la comunicación, la influencia social, el autocontrol, la crianza de los hijos, la vejez, etc., e incluso, la misma muerte. Y lo peor de todo es que la mayoría se creen expertos en varios de estos temas.


Relacionado con el artículo, también añadir aquí que mi primera memoria de prácticas de Educación Social consistió en un diario-cuento llamado El Aleteo de la Mariposa, donde comparé mi primera experiencia como educadora social con la evolución de estos enigmáticos seres: desde Cuando era un Gusano Asustado hasta El Vuelo Profesional, pasando por La Casa de SedaMis Primeros Aleteos y El Perfeccionamiento de Vuelo. Encuaderné el trabajo de forma manual dentro de una gran mariposa de cartón, forrada con un abstracto colage, de forma que, al leerla, tienes que sujetar unas grandes alas de mariposa en las manos. La hice con mucho amor, como debería hacerse todo en esta vida.

La calificación fue la máxima que te pueden ofrecer en la Universidad, y, aunque contenta por haber logrado doce créditos gratis para el próximo curso, lo que más me emociona es que quien la leyó supo apreciar el mensaje que contenía. No tengo fotos para mostrárosla, pero este curso me la devolverán, quizá algún día podáis verla.

Dejo aquí la presentación de la página de Punset, son una maravilla de imágenes, con la música de la BSO de El Piano, de Michael Nyman.













Pese a sus movimientos casi bidimensionales, las orugas acaban adaptándose por completo a la tercera dimensión espacial tras un proceso de metamorfosis que les da alas, que las convierte en mariposa 


sábado, 21 de agosto de 2010

A mis Guerreros de la Luz

A quienes disfrutáis cada segundo presente sin olvidar el futuro.


A quienes siempre tenéis algo que hacer y os vais cada noche a dormir satisfechos y agradecidos de lo aprendido.


A quienes camináis con la mente alerta, el rostro relajado, el corazón abierto y las manos llenas de ofrendas.


A quienes dais sin esperar nada a cambio.


A quienes el respeto y la tolerancia forman parte de vuestro propio ser.


A quienes lucháis por vuestros sueños sin pasar por encima de nadie.


A quienes miráis el mundo desde los ojos del alma.


A quienes no dejáis que el miedo os cierre puertas.


A quienes apreciáis la belleza natural de lo que os rodea.


A quienes me dais alas y dejáis que aprenda a volar sola.


A vosotros, Guerreros de la Luz... Mis maestros.



Me dejaron un disco acústico de Pearl Jam y a parte he dado con las canciones que Eddie Vedder compuso para Into The Wild, Hacia Rutas Salvajes, así que acompaño este mensaje con una de esas canciones que me están acompañando estos días en mis quehaceres y que os queda muy bien.

Gracias a todos. Sabéis quiénes sois, no es la primera vez que os llamo Guerreros de la Luz. Os quiero!

lunes, 16 de agosto de 2010

Y la mariposa voló sobre el Almanzor...



El sábado me vi ascendiendo al Circo de Gredos acompañada de Atalanta y de mi Currito. 7'2 kilómetros desde la Plataforma de Hoyos del Espino hasta la Laguna Grande, en el corazón de la Sierra de Gredos. Tardamos alrededor de 2 horas, si no recuerdo mal. El camino fue fácil, y más contando con los consejos de Abel sobre el ritmo a seguir. La primera mitad va en ascenso y después se desciende hacia la laguna, bordeándola. Recuerdo que antes de llegar a la bajada, le pregunté a mi guía: "Cuando lleguemos... ¿me puedo tomar una cervecita, Abel?".  Me miró y me dijo: "Joder, lo dices como si fuese tu padre. ¡Pues claro!". Nos echamos a reír. No recordaba que él me había contado que en El Refugio de La Laguna Grande vendían cerveza fresquita.

El paraje es increíble. Una laguna rodeada de montañas. Había mucha gente en el camino y en la laguna, pero era un ambiente tranquilo. Es una de las primeras cosas que me llamaron la atención: las personas en esas circunstancias. Es como si el estar concentrado en el camino o el estar en ese precioso lugar hiciera a la gente ser mejores personas: más amables, más comprensivas, más unidas. A pesar de haber tanta gente me sentía bien. No me molestaban. No pensé: "uff... qué de peña".


Efectivamente. Al llegar nos tomamos una cervecita al sol frente a la laguna. Comimos unos bocadillos ricos, ricos, de jamoncito con tomate y aceite de oliva cordobés, mmm... Qué bueno sabe todo después de la travesía... Tras echarnos un ratito, Abel dijo que se subía al Almanzor. Yo aún no sabía si subir o no. Al día siguiente tenía que trabajar 9 horas y no sabía cómo pasaría la noche en la tienda. Además soy consciente de que Abel está acostumbrado a estos trotes y de que él precisa de sus entrenamientos para el reto que le espera en Septiembre. No quería ser un lastre para él. Finalmente decidí subir, siempre estaba a tiempo de darme la vuelta si me veía mal y dejar que él subiera a su ritmo.

Dejamos todo lo innecesario en El Refugio Elola y comenzamos la ascensión. El pico tiene 2592 metros de altura, siendo el más alto del Sistema Central. Antes de llegar a la mitad del trayecto lo empecé a ver complicado. ¡Se veía tan lejos la cumbre! Y aún no habíamos llegado a lo más difícil. La lejanía me abrumó un poco, pero seguí pensando lo mismo: "Bueno, llegaré hasta donde pueda, siempre puedo darme la vuelta". 


He leído que el trayecto es de 3'68 km. La primera mitad se hace muy bien. Se llega a un nevero y luego  hay que seguir ascendiendo hacia la derecha. Ahí comienza lo peor, pero en el nevero cogí fuerzas. Me hizo mucha ilusión coger nieve en pleno agosto, qué punto. Curro también lo flipó. Se le veía feliz en la nieve. Estaba guapísimo. Pero yo creo que flipó más cuando nos vio seguir ascendiendo. Se quedó tumbado en la nieve y nos miró algo consternado. Nos costó convencerle para que nos siguiera. Al final cedió y atendió nuestras llamadas.



En Wikipedia pone que la ascensión al Pico Almanzor sólo es recomendable para montañeros con algo de experiencia, pero yo lo alcancé con apenas esfuerzo, la verdad. Creo que han exagerado un poco. Me pongo muy pepona cuando estoy cansada, y no recuerdo ni un mísero resoplo. Sí me sentía pesada cuando tenía que dar alguna zancada en zonas empinadas y tirar de mi cuerpo hacia arriba. En esos momentos, paraba un segundo, tomaba aire y adelante. Pero no sufrí.

El tramo contiguo al nevero es el peor, tanto en la subida como en la bajada. Hay muchas rocas que se mueven y tienes que ir con cuidado, por ti y por los que vienen detrás de ti. Además ya daba la sombra de la tarde, pues dejas al sol tras la montaña de tu izquierda, y allí empieza a refrescar temprano. Apenas llevaba ropa: top y pantalón corto. Pero no pasé frío al subir, sí al bajar.



Cuando llegas al estrechamiento de arriba piensas que eso no se va a acabar nunca, pero de repente empiezas a ver la luz. Una luz espectacular. Es el sol de la tarde al dejar atrás la montaña que te ha dado umbría durante el tramo complicado. Cuando repentinamente sientes el calor del sol y ves el paisaje del oeste se te quitan todos los males. Es precioso. Es una sensación única. Dan ganas de sentarse allí satisfecho. Se te olvida por un instante que todavía no has llegado a la cima. Crees por un momento que ya has llegado a la meta. Allí había gente sentada como pajarillos en sus nidos disfrutando del atardecer. La expresión de sus rostros lo decían todo. Sonrisas sanas y limpias, miradas llenas de luz. Transmitían todo. Todos felicitaban a Curro, no debe ser típico ver perros allá arriba.

Continuamos subiendo. A unos 10 metros de la cima Curro empezó a tener miedo. Decidimos que había que dejarle abajo. No era capaz de atarle en ningún sitio seguro, así que Abel y yo nos separamos. Subió él y yo me quedé con Curro. No tuve paciencia. Pude haberme sentado a disfrutar de las vistas, pero no podía estar quieta. Quería seguir como fuese. Empecé a recorrer las rocas de alrededor buscando un lugar seguro para Curro. Dios, qué mal lo pasé. No encontraba ningún lugar para dejarle y deseaba continuar de una forma enfermiza, me atrevería a decir.

Al rato escuché a Abel que me llamaba desde un recodo de mi derecha. Por ese lado se subía mejor, dijo, pero Curro seguía sin poder continuar, ya que en el último tramo hay que escalar un poquito. Además estaba muerto de miedo el pobrecillo. Al acercarme a Abel, vi un trocito plano en el que Curro cabía tumbado y donde podía atarle bien y le daba un poco de sombra. Además, si se movía de allí tenía puntos de apoyo para no ahogarse con la correa. Le puse allí y le dije que se quedara quieto, que ahora venía. Comprendió y obedeció. Yo continué subiendo. Al principio lloró un poquito, pero se calmaba al escucharme decirle: "Tranquilo, que ahora vengo". Me calmé al ver que había gente descendiendo, pues si hubieran visto mal al perro nos habrían avisado y no estábamos lejos. Antes de la cima, volví a preguntar: "Cuando lleguemos... ¿Me puedo tomar una cervecita, Abel?". Risas de nuevo.

En la cima... lloré. Lloré la alegría de haber llegado hasta allí. Lloré porque me sentía fuerte. Lloré porque mi vista no alcanzaba a mirar tan lejos. Lloré por la belleza del mundo. Lloré y envidié a nuestro planeta por lo bello y auténtico que es sin necesitar nada, siendo así como es. Su equilibrio, su bondad. Se agolparon muchas sensaciones en mi mente, y no tuve mucho tiempo para ordenarlas, pues había que asegurarse de que Curro estaba bien donde le habíamos dejado. No quería irme de allí. Me sentía afortunada y protegida por el paisaje, unida a la roca que pisaba, segura. El día me regaló disfrutar de aquello sin frío y sin viento, me siento agradecida por todo aquello.

Estas sensaciones me han recordado a un pequeño texto de Eduardo Galeano: La función del Arte. Dice así:



Diego no conocía la mar. El padre, Santiago Kovadloff, lo llevó a descubrirla.
Viajaron al sur.
Ella, la mar, estaba más allá de los altos médanos, esperando.
Cuando el niño y su padre alcanzaron por fin aquellas cumbres de arena, después de mucho caminar, la mar estalló ante sus ojos. Y fue tanta la inmensidad de la mar, y tanto su fulgor, que el niño quedó mudo de hermosura.
Y cuando por fin consiguió hablar, temblando, tartamudeando, pidió a su padre:
¡Ayúdame a mirar!
















Curro se portó como un campeón, allí estaba tumbado esperándonos tranquilamente en el hueco donde le habíamos dejado momentos antes. Sólo se quedó a 10 metros de la cima. Está hecho un valiente. Bajar le costó más, mi pequeño se hizo heridas en las almohadillas de sus patas, pero no se quejó en ningún momento. Es el perro más valiente del mundo. Todavía se está recuperando.

Yo descendí feliz. Me vi bajando con una sonrisa imborrable y con ritmo alegre, diciendo a voces: "El 14 de agosto del 2010, Alicia Tantata Chan y su amigo Curro, alcanzaron la cima del Almanzor. El pico se veía lejano e imposible poco antes de llegar a mitad del trayecto, pero su valentía y su fuerza han podido con todo. ¡Nadie puede con ellos! Son unos campeones...". Hasta que me resbalé, qué susto. A partir de ahí me concentré en la bajada, aplaqué mis emociones y mi ritmo y me aseguré de pisar donde debía. Ese es el tramo donde lo pasé peor físicamente. Mis rodillas no están acostumbradas y me dieron la lata tres o cuatro veces con pinchazos. También tenía frío, pero el bueno de Abel me dejó su camiseta. Antes de llegar al refugio, volví a preguntar: "Cuando lleguemos... ¿Me puedo tomar una cervecita, Abel?", jajajaja... La frase del día.

Hacía frío al llegar. Compramos dos cervecitas y fuimos hasta la poza. Abel se pegó un baño en el agua helada, yo ni me lo planteé. Tenía frío. Nos abrigamos bien, yo más. Llevaba mayas y pantalón y dos capas de forro polar y seguía teniendo las manos heladas. Nos echamos unas risas, porque se acercaron cuatro cabras por detrás de Curro en frente de nosotros, y el colega tardó un montón en verlas. Una pena no haber tenido batería en la cámara. Aún así, cuando las vio, pasó de ellas, estaba reventado.

Regresamos a la laguna, montamos el campamento y nos fuimos al refugio a cenar para entrar en calor. Ahí me entró la modorra, con el calorcito. Ni siquiera sentía hambre. Había muchísima gente cenando y de sobremesa armando jaleo, y ni los escuchaba. Abel se reía de lo empanada que estaba. Me quedaba pegada con la mirada perdida en quién sabe qué, sin pensar en nada. Después de cenar me espabilé un poco.

Ya en la tienda nos tumbamos dentro de los sacos con las cabezas por fuera para ver el cielo, pero al rato nos quedábamos fritos. Vimos algunas estrellas fugaces y hablamos sobre el espacio y las constelaciones. Curro estaba dormido al lado de Abel, y pegaba el viento frío por ese lado. Cada vez se pegaba más a él e intentaba meterse en su saco. Jajajaja... es graciosísimo cuando se pone tan pepón. Da igual lo que le digas, hace lo que quiere. Al poco nos metimos en la tienda los tres. Yo me dormí la primera.

Dormí genial. No me sentía cansada por la mañana. Desmontamos a las 8:30 y nos fuimos a desayunar al refugio. Curro cojeaba un poquito, pero caminaba sin problema. Después Abel se fue a entrenar. Fue corriendo hasta el Circo de las Cinco Lagunas, contiguo al que estábamos por el otro lado de la Laguna Grande. Mientras se alejaba, Curro no dejó de mirarle hasta que desapareció entre las rocas a lo lejos. Es un perro auténtico.

A eso de las 11:30-12 regresamos a la Plataforma. Todo bien, sin problema. Comimos en Hoyos del Espino y a las 16:15 estábamos en casa. En 20 minutos tenía que irme a trabajar. ¡Qué pena! Me habría quedado dos o tres días más allí arriba. En fin... Ha sido una experiencia única e irrepetible. Me gusta medir mis fuerzas. Me gusta la montaña. Me gusta haber vivido todo esto. No desperdiciaría ni un solo segundo de lo que he vivido allí. Sé que es algo que se quedará conmigo por siempre.

Hace tiempo un amigo me comparó con una mariposa al decirme que "era precioso verme volar libre y que si me atrapaban me estropeaban las alas". Este fin de semana me he sentido libre. Muy libre, muy fuerte, muy plena... Gracias otra vez, Atalanta.

Me ha costado elegir una canción, al final ha sido "Going Up The Country", de Canned Heat. Quizá porque la relaciono con Woodstock'69 o con el viaje de Chris McCandless en Hacia Rutas Salvajes, que inspiran libertad y buenas sensaciones. Aquí la dejo:


"I'm going up the country, baby, don't you wanna go
I'm going up the country, baby, don't you wanna go
I'm going to some place where I've never been before...".




lunes, 9 de agosto de 2010

Hoy me he despertado con Chaouen...

El gaditano-madrileño me encanta. Carlos Chaouen llegó a mi vida en el 2004, pero fue en los 90 cuando comenzó a deleitarnos con sus canciones por  diversas salas madrileñas, muchas veces de la mano de Quique González, he leído por ahí, hasta que en el 98 publicó su primer álbum.

Yo le conocí con su tercer disco, "Universo Abierto", del 2003, a través de una versión de Ana Torroja de su canción "No Me Canso", que sonó muchísimo en la radio. Todavía la pillas de vez en cuando. Ya me gustó cuando la escuché de ella, pero todavía más cuando escuché la original, y muchísimo más dentro del álbum al que pertenece.






Su directo, tanto con banda como en acústico, es impresionante. Se rodea de buenos músicos, y su voz limpia con ese toquecillo rasgado te envuelve. Sólo he tenido la oportunidad de verle una vez, en marzo de 2009, en el Irish Rover de Salamanca. Cuando entramos en el garito y le vi en la barra fumándose unos chiripitifláuticos deseé que el colocón no le afectara en el escenario. Cuando al fin ascendieron a escena, mis esperanzas no mejoraron: "es un fumonski, se le va olvidar la letra de las canciones", pensé. Pero... ¡qué va! ¡Es un pedazo de artista! Me dejó boquiabierta en cada tema. Mis prejuicios fueron silenciados desde la primera nota hasta la última.

Entre sus canciones hay varias que ocupan lugares que sé que no podrán ser sustituidos nunca. Aquí voy a dejar tres de ellas:

"Faro del Paraíso", pura sensualidad con toque andaluz, en el vídeo se ve el cachondeíto del colega, que te partes de risa cuando habla entre canción y canción.





"Semilla en la Tierra", en un directo en el programa Ratones Coloraos en compañía de El Cigala, y que es considerada su mejor canción para muchos (entre los que me incluyo).




Y por último, una canción de su primer disco, cuya letra me dejó impresionada.

viernes, 6 de agosto de 2010

Wuthering Heights

Ese es el título original del último libro que he leído: Cumbres Borrascosas, de Emily Brontë. Fue publicado por vez primera en 1847, bajo el seudónimo masculino de Ellis Bell, evitando así los prejuicios hacia las mujeres escritoras. La misma decisión tomaron sus hermanas Anne y Charlotte, que publicaron sus escritos bajo los nombres de Acton Bell y Currer Bell, respectivamente.

En el prólogo de la edición que he leído te explican la triste y corta vida de Emily Brontë, quien murió de tuberculosis con 30 años. Cuando apenas tenía 3 años su madre murió, y Charlotte y ella fueron enviadas al colegio en el que estaban internadas sus dos hermanas mayores, el cual sirvió de inspiración a Charlotte en su novela Jane Eyre (romanticismo inglés que también leí con 14 o 15 años). Cuando Emily tenía 7 años, sus hermanas mayores enfermaron de tuberculosis y murieron, lo que llevó a la familia a sacar a las pequeñas del internado.

Cuenta Carmen Posadas en el prólogo que los infantes de esta familia vivían muy aislados de la sociedad y envueltos en un mundo de ficción y fantasía, y que eran de salud muy delicada. De estas circunstancias nacieron tres escritoras y un pintor, aunque el hermano de las Brontë no salió tan bien parado, pues fracasó como artista y cayó en el alcoholismo, siendo nuestra Emily quien soportó con paciencia su adicción.

En Cumbres Borrascosas pueden encontrarse muchas pinceladas de esta triste historia aplicadas en sus personajes. La vulnerabilidad del ser humano está presente en cada uno de ellos. En esta historia no hay ni buenos ni malos, hay personas susceptibles al cambio, tanto para bien como para mal y según en qué momento y en qué circunstancia. No es la típica novela inglesa romántica del XIX, como ocurre con Jane Eyre, es mucho más. Muestra la realidad psicológica del ser humano, en la que todos somos influenciables y en la que el límite entre el bien y el mal no es algo externo ni es una ley universal, sino que lo marcamos nosotros en nuestro interior sin tener una ubicación fija. Esta visión, para mí la más correcta en relación a las personas, es la que llevó a esta novela a ser duramente criticada en su época. Ante la espera de una historia de amor incondicional, sus lectores se encontraron que éste iba acompañado de lo más salvaje y amargo del ser humano. Las gentes del XIX no lograron aceptar un amor tan corrompido por los celos, la ira y la destrucción, y mucho menos en personajes de alto nivel social.

Si eligiera entre Jane Eyre y Cumbres Borrascosas, me quedaría con esta última. Aunque también he de decir que con 14 o 15 años habría elegido la primera. No sólo por la historia en sí, sino por su lectura. Jane Eyre es un cuento de amor lleno de penalidades y con un final feliz, y de alguna manera mientras lo lees sabes que acabará más o menos bien. Pero Cumbres Borrascosas... Hay momentos en que te dan ganas de matar a los personajes, y al poco sientes una gran lástima por ellos, y lo más curioso, para mí ni uno solo se libra de estos sentimientos, ni siquiera la mujer que cuenta la historia. Ni uno solo de los personajes te deja indiferente... como la vida misma, se me antoja decir.

También destacar la riqueza de su vocabulario, he tenido que tirar de diccionario en varias ocasiones.

Curioseando por la web, he visto que la historia de amor de Heathcliff y Catherine ha servido de inspiración a varias películas y dramatizaciones. También es protagonista de un musical y, lo que más me ha chocado, una canción famosísima de Kate Bush que he escuchado mil y una vez en la radio y que lleva el título de la obra. Su letra, como la novela, denotan la complejidad del amor de los dos personajes:

Out on the Wiley, windy moors
We'd roll and fall in green
You had a temper like my jealousy
Too hot, too greedy


How could you leave me?
When I needed to possess you
I hated you, I loved you too

Bad dreams in the night
They told me I was going to lose the fight
Leave behind my Wuthering, Wuthering
Wuthering Heights

Heathcliff, it's me, Cathy's come home
I'm so cold, let me in your window

Heathcliff, it's me, Cathy's come home
I'm so cold, let me in your window

Oh it gets dark, it gets lonely
On the other side from you
I pine alot, I find the lot
Falls through without you


I'm coming back love, cruel Heathcliff
My one dream, my only master

Too long I roam in the night
I'm coming back to his side to put it right
I'm coming home to Wuthering, Wuthering,
Wuthering Heights




Heathcliff, it's me, Cathy's come home
I'm so cold, let me in your window
Heathcliff, it's me, Cathy's come home
I'm so cold, let me in your window


Oh let me have it, let me grab your soul away
Oh let me have it, let me grab your soul away
You know it's me...




Se trata de la canción más famosa de Kate Bush, con la que la cantante debutó en 1978, y la llevó a ser la nº 1 en las listas británicas durante varias semanas. En el vídeo, Kate danza entre la niebla de un escenario, con una expresión de locura, simulando a Catherine llamando a Heathcliff desde la muerte, ansiando reencontrarse con él. 





Para terminar, algunos fragmentos que he econtrado, pues el libro ya no está entre mis manos.

"¿Por qué me mintió hasta el final? ¿Dónde se encuentra? Aquí no... en el cielo tampoco... y no se ha extinguido... Entonces ¿dónde está? ¡Ah! dijiste que no le importaba nada mis sentimientos. Pues yo voy a rezar una plegaria y a repetirla hasta que la lengua se me seque: ¡Catherine Earshaw, ojalá no encuentres descanso mientras yo siga con vida! Dijiste que yo te había matado, pues entonces persígueme. Las víctimas persiguen a sus asesinos. Yo creo que hay fantasmas que vagan por el mundo, lo sé. Quédate siempre conmigo, bajo la forma que quieras, ¡vuélveme loco! Pero lo único que no puedes hacer es dejarme solo en este abismo donde no soy capaz de encontrarte. ¡Oh, Dios mio, es inconcebible! ¡No puedo vivir sin mi vida! ¡No puedo vivir sin mi alma!".

"He tenido algunos sueños en mi vida que se me han quedado dentro para siempre y han cambiado totalmente mi forma de pensar; se han ido metiendo cada vez más hondo en mi ser, como el vino cuando se mezcla con agua y me han teñido el alma de otro color. Te voy a contar uno de ellos, pero por favor procura no reirte en ninguno de su tramos".







miércoles, 4 de agosto de 2010

Alethos

Del griego: real, verdadero, sincero.

De ahí supuestamente proviene mi nombre, y su uso aumentó considerablemente con la obra de Lewis Carrol. Mil veces me ponen y me pondrán el apellido "en el país de las maravillas", quizá lo escuche más que los apellidos propios.

Otras épocas fue sustituido por Alicia Expulsada al País de Las Maravillas, cuando Bunbury comenzó en solitario, en la que (aunque cansino) era gracioso ver a la gente bailar imitando al excéntrico de Enrique mientras te lo cantaban... Y también está la canción de Alicia, de La Polla Records, dónde se la destierra al  abismo de la autodestrucción.

La que no me han cantado nunca, y para mí es la mejor canción que lleva mi nombre, es la que compuso Ismael Serrano, del disco "Naves Ardiendo Más Allá de Orión" (2005). Hoy la he recordado al leer el blog del autor, todo un descubrimiento. Lo recomiendo.

Iba a poner la letra, pero con escucharla basta. Su sencillez es lo que la hace dulce y agradable, es amor puro, me encanta. En vez de la letra, dejo un fragmento de Ismael de su entrada de hoy:

"Y el invierno, que lo cubre todo, atraviesa las grietas de mi ánimo y los sueños quedan congelados en el aire, como en la instantánea que reviso mientras el viento trata de derribar la casa en que te escondes, esa foto fija en la que aparecemos eternos, como los niños que fuimos arrastrando un barrilete, tú sonriendo con ese gesto en el que te tapas la boca, y yo como silbando, como Bogart al ver salir a Lauren Bacall de la habitación, con el cigarro entre los dedos y la mirada detenida en el lugar que antes ocupaste y en el que, algo triste, adivino tu sombra".


lunes, 2 de agosto de 2010

Melancolía...

Tristeza vaga, profunda, sosegada y permanente, nacida de causas físicas o morales, que hace que no encuentre quien la padece gusto ni diversión en nada...


Echo de menos viajar
Echo de menos ver
Echo de menos cantar...
Echo de menos.

Echo de menos amar
Echo de menos conocer
Echo de menos volar...
Echo de menos.

Echo de menos la libertad
Echo de menos abrazos sinceros
Echo de menos un poco de paz...
Echo de menos.


Aún así mi camino continúa en este mismo momento...