lunes, 22 de agosto de 2011

Bastó una hora en una tarde de verano...

Bastó una hora en una tarde de verano
para saber que los hilos que nos unían
jamás se habían esfumado.
Seguían estando ahí.
Sólo había que buscar esas madejas juguetonas
que rueda que te rueda
se habían extraviado entre zarpas de gato,
laberintos de minotauros y remates de costurera.




Y las lágrimas de la vida surcan las mejillas
de quienes llevan años sin verse,
sin abrazarse y sin compartir el amor que se tienen.

Y el tiempo se escapa entre un "aún no te conté
aquello que nunca supiste"
y un "necesito verte pronto"
y un "si vuelves estaré aquí"...


Y regresó al poco.


Y atamos bien los haces de nuestros recuerdos,
los tuyos con los míos,
los míos con los tuyos...

Y bailamos, reímos y cantamos
hasta quedar exhaustas cada tarde
y cada noche...



Y escapamos de Peter Panes,
de monstruos y de gigantes,
desenmascarando a desleales
y embrujando a los salvajes...



Y nos adentramos en bosques de hadas
donde el tiempo se detiene
y donde árboles mágicos te protegen
y te arrullan con sus ramas...



Y visitamos a aquel
que te añoraba en las montañas
para que el soplo del viento
pudiera calmar tu alma...




Y pedimos deseos al agua
con nuestras humildes monedas,
seguramente para otros,
pues pedirlos para sí,
sería difícil, estando tan plenas...




Y cantamos tan vivas
en nuestras numerosas travesías
que ni el tiempo ni la distancia
rompería lo que toda una década
ni siquiera inmutaría.
Ya no perderemos de vista
los hilos de nuestras madejas,
pues descansan donde deberían haber estado siempre
jugando seguras en estas manos nuestras".

Para S.






Hablemos de ruina y espina
hablemos de polvo y herida
de mi miedo a las alturas
lo que quieras pero hablemos
de todo menos del tiempo
que se escurre entre los dedos.

Hablemos para no oirnos
bebamos para no vernos
 y hablando pasan los dias
que nos quedan para irnos
yo al bucle de tu olvido
tu al redil de mis instintos.

Maldita dulzura la tuya,
maldita dulzura la tuya,
maldita dulzura la tuya.

Me hablas de ruina y espina
te clavas el polvo en la herida
me culpas de las alturas
que ves desde tus zapatos,
no quieres hablar del tiempo
aunque este de nuestro lado.

Y hablas para no oirme
y bebes para no verme
y yo callo, río y bebo
no doy tregua ni consuelo
y no es por maldad lo juro
es que me divierte el juego.

Maldita dulzura la mía,
maldita dulzura la mía,
maldita dulzura la mía.

Maldita dulzura la nuestra...

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