Somos bípedos.
Hemos liberado los brazos y las manos. Brazos articulados y manos que acaban en dedos abiertos, prensiles y con yemas.
Brazos aptos para abrazar, manos capaces de coger y de acariciar de forma suave, con las yemas de los dedos, verdaderas almohadillas suaves, llenas de terminaciones nerviosas para dar y recibir mensajes afectivos y eróticos.
Estamos desnudos.
Tenemos un mapa corporal de unos dos metros cuadrados de piel, con dermis suave y cálida que nos permite el acceso al calor del otro, con millones de receptores y emisores de mensajes interpersonales afectivos y sexuales.
Un mapa con todas las riquezas de la mejor geografía en la que no faltan valles y montañas, ríos y fuentes, playas y mares cálidos.
Tenemos un abanico de emociones que nos permiten expresar todos los sentimientos de mil formas -con el rostro, la postura, el tono muscular, la respiración, el ritmo cardiaco, los gestos y las palabras-, y una capacidad de comprensión y empatía que nos permite mantener y cultivar una intimidad emocional extremadamente rica.
Sentimos la necesidad sexual de tocar y ser tocados.
Acariciar y ser acariciados.
Estimular y ser estimulados.
Dar curso al deseo.
Alimentar y disfrutar de la excitación.
Abandonarnos al orgasmo.
Una necesidad premiada con el placer y el gozo.
Necesitamos contacto e intimidad afectiva y sexual.
"Sexo y afecto en personas con discapacidad"
Félix López Sánchez
Estamos superdotados para el placer..... a disfrutar.
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